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Sunday, March 16, 2008

¿Revolucionará el Escozul las investigaciones sobre el cáncer?


Por Elsie Carbó

En el poblado de Celimar, en las afueras de la ciudad de La Habana, se encuentran los laboratorios de Paulino García Rams, quien realiza investigaciones con el escorpión azul, un alacrán que sólo se ha encontrado en las islas del Caribe y en Cuba, y que desde hace varios años ha alcanzado planos noticiosos por las cualidades que posee como restaurador de la salud, aunque hasta hace poco las entidades oficiales mantuvieron reserva sobre el tema.

En esas instalaciones trabaja el especialista, quien tiene un lugar ganado en su comarca debido a su incansable afán por ayudar a las personas. Ahí él cuida y alimenta a su colectividad de alacranes azules, (Rophalorus Junceus), suficientemente perfectos como para no acercárseles mucho, pero él los conoce y los selecciona, los estudia y los “ordeña” para extraerle el veneno en estado puro, que después será diluido en el agua destilada, según lo requiera cada afección.

Alrededor de 60 alacranes fueron ordeñados en menos de dos horas ese día. Con destreza los toma por la cabeza y la cola con dos pinzas, mientras los somete a un leve estímulo eléctrico para que expulsen el veneno. Solo unas gotas caen en el recipiente aunque son suficientes para los fines terapéuticos.

La cuestión va más allá de la cautela o la aprobación, de creer en la pócima o no aceptarla, cuando los testimonios al respecto son solo de aquellas personas que lo han puesto en práctica y aún viven para contarlo, sobre los otros que no declaran queda entonces sobrevolando la duda, y dudar, según el refrán, es de sabios. Sin embargo, al margen de las historias favorables o no, está la opinión del terapeuta, quien asegura que todos han encontrado la cura o el alivio a su mal.

REMEDIO SANTO

En La Habana y en Jagüey Grande se utiliza esta solución venenosa del alacrán como anticancerígeno desde hace varios años, aunque no son los pioneros en este trabajo, lo preceden las investigaciones del biólogo Misael Bordier, su descubridor, quien fuera investigador de la Facultad de Ciencias Médicas de Guantánamo y jefe del equipo creador del Escozul, fallecido recientemente en esa ciudad.

Sus múltiples estudios reportaron resultados satisfactorios luego de su aplicación en animales, y posteriormente en las personas, por lo que la toxina fue inscrita con el nombre de Escozul, en la Oficina Cubana de la Propiedad Industrial, y aunque aun está por definir su futuro como producto comercial en Cuba, ante los laboratorios farmacéuticos Labiofan, de Ciudad de La Habana, también suelen verse filas de personas que acuden en busca del antídoto, y recientemente, se anunció la creación de otros de este tipo en el centro del país.

CELIMAR Y JAGUEY GRANDE

No son pocas las personas que cada día llegan a la consulta de Paulino atraídos por las leyendas que circulan sobre el veneno con la esperanza de curarse, y siempre encuentran en el terapeuta la disposición para brindarles ayuda, solo se requiere que el paciente lleve consigo el agua destilada para la preparación del medicamento, porque se entrega de forma gratuita, previo el análisis de cada historia clínica.

ALGUNOS CASOS

El biólogo comenta que el Escozul se ha mostrado eficaz además del tratamiento de pacientes con diversos tipos de cáncer, en los aquejados de mal de Parkinson, inflamación pélvica e insuficiencia renal, entre otros tipos de afecciones, por su comportamiento como antiinflamatorio y estabilizador del sistema inmunológico. Aseguró que está probada su inocuidad para el ser humano aun cuando éste lleve otros métodos terapéuticos.

Añade que el Escozul inhibe una enzima que rodea al cáncer como una membrana. Esta enzima se conoce como proteasa y funciona como una especie de hábitat, donde el tumor se reproduce y se expande célula por célula. Al impedir la formación de esta membrana, el tumor frena su expansión y empieza a “secarse", apunta Paulino.

Conozco el caso de una joven, cuyo nombre omito a petición de ella, a quien los médicos le dictaminaron una tumoración maligna en los pulmones, aplicándosele sin éxito tratamientos de quimioterapia, por lo que su futuro no era muy alentador. Abandonó el trabajo y su vida cambió radicalmente.

Fue entonces cuando alguien le habló del veneno del alacrán que se obtenía en la casa de un biólogo en Jagüey Grande y comenzó a tomarlo, de eso ya han transcurrido cinco años, su hoja clínica reflejaría poco a poco una mejoría considerable, y ya en estos momentos, su vida ha vuelto a la normalidad. Aunque los médicos nunca afirmaron que su curación sea debido al remedio del alacrán, todos coincidieron en recomendarle que no dejara de tomarlo.

En Internet circula una página donde el propio Bordier explica cómo fue el proceso de la investigación y sus resultados, cuántas personas lo han tomado y para qué tipos de cáncer era efectivo hasta el 2001, fecha de una entrevista realizada al biólogo cubano en México.

Aun mucho antes del 2007, fecha en que Cuba oficializó el producto, en ese mismo sitio mexicano (Escozulmx.org) se habló del Escozul de la Isla, y su efectividad en un espectro amplio de tumores, cáncer de próstata, cáncer de colon y pulmón, cerebro, vías digestivas y cáncer de mama, se informó la manera en que las personas que lo necesiten pueden obtenerlo llamando a sus sucursales y llenando formularios de acceso para ese efecto.

Lo paradójico ha sido que desde hace muchos años se promociona exquisitamente el remedio cubano en frascos etiquetados por laboratorios industriales foráneos, mientras una buena parte de la población que se enteraba por los comentarios, acudía subrepticiamente a estas casas particulares en busca del medicamento.

Por lo que a mi respecta me sentí complacida cuando al fin escuché la noticia en la TV de que se acaba de abrir un centro especializado en Cienfuegos, con sus respectivas consultas para la población y todo lo que sea necesario para el tratamiento con el veneno, sin embargo, pienso que faltó mencionar a los precursores de este descubrimiento.

Reconocerlos y rendirle el homenaje que se merecen es un deber ético. Ellos rompieron el silencio sin amilanarse ante incomprensiones y burlas, o la falta de apoyo institucional, por eso pienso que sin esa fe y esa voluntad tal vez no hubiera sido posible descubrir tan importante elixir restaurador de la salud.

2 Comments:

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