grillosazules

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Monday, August 10, 2009

Tres... o más monedas en el plato


¿Qué pensarían si para ir al baño en mi casa tuvieran que echar una moneda en un platico?. Seguro que habría quien lo justificase diciendo que además de ganar algo de plata, sería portadora de una tradición cultural que se ha instituido en casi todos los servicios sanitarios públicos en todo el país, y hasta amenaza con inscribirse definitivamente como parte de nuestro patrimonio ilustrativo más autóctono. Hay de todo en esta villa del señor.


¿Quién que haya caminado por las calles de la capital no ha sentido la urgencia de entrar a un baño? Y ahí está el flamante, desgarrador y sugerente plato de estación, en verano o invierno, es igual, y de distintas formas y texturas, cerámica, mica, plomo, losa, o metal, cualquiera le sirve al cliente “sin obligación”. Confusamente voluntario, pero no escaparás nunca de una terrorífica advertencia si intentas irte sin pagar. Aquí no entras más.


Ayer mismo me tocó chocar con una de esas en el Hotel Ambos Mundos de la Habana Vieja.


_¿Un peso cubano? Protestó la propietaria de la porcelana china sobre la mesita.


_Si, señora, un peso cubano. Yo no soy extranjera.


Miró con insistencia debajo de mi gorra azul y todavía incrédula aceptó de mala gana la moneda rubia sobre los paliduchos cuc.


El uso de un plato a la puerta de los baños no respeta linajes ni estrellas, lo mismo da si estas en el Perla de la terminal de occidente que en el Hotel Nacional, como tampoco importa si estas sentado a la mesa de un restauran Meliá Cohíba donde con solo mirar el menú ya estas por encima de las 50 yardas, que en la cafetería el Recreo de Infanta y San Lázaro.


El plato está ahí. Indiferente al abolengo. No lo puedes burlar. Es como si en ese momento una fuerza gravitacional lo sostuviera ante tus ojos como una nave extraterrestre, y una se pregunta ¿quién fue su inventor?, ¿desde cuando comenzó a existir?, ¿será intrínsecamente cubano o hay otros países que lo han adoptado anteriormente?.


Como periodista recorriendo el país hasta finales de los 90 no recuerdo haberme topado con este tipo de fenómeno en mis viajes por carretera ni en las ciudades, por lo que se puede asegurar que su adopción es reciente. Y les puedo decir que lo que es mear, lo pude hacer placenteramente desde la punta de Maisí hasta el cabo de San Antonio sin enfrentarme en esa época a ningún plato.


En cuanto a si la patente de la brillante idea es oriunda o no de Cuba, no existen referentes que aporten luz, y tampoco poseo mucha experiencia acerca de otros países, aunque sospecho que algunos en Europa tienen un gran retraso respecto a este invento, en Oslo por ejemplo, no existe nada que se le parezca, ahí en una misma cuadra hay hasta tres servicios sanitarios con de todo adentro pero les falta el plato, esto quiere decir que hay papel higiénico, toallas, perfumes, cremas de afeitar, champú y dentífricos, pero pienso que esa gente debe estar muy mal, y es lógico por no decir casi imposible, que no puedan tener como es justo sus platicos ambientales debido a que su producción no alcanza para satisfacer la demanda en tantos baños.


Pero eso puede tener solución, se les puede invitar a que comprueben las experiencias en zonas urbanas y el comportamiento en hoteles, restaurantes, cines, teatros y demás sitios públicos, así podrán tener un enfoque de la magnífica decisión que representó para nosotros colocar en la puerta del baño público un platico para echar monedas que nos sobren...